miércoles, 6 de octubre de 2010

Procrastinación... "esa palabreja"

Últimamente está muy de moda ponerle nombres "extraños" a conceptos muy antiguos y aunque efectivamente la palabra tampoco es nueva (viene del latín: procrastinare) creo que su uso ha sido infrecuente o poco común entre los "mortales de a pié"... En cualquier caso, como decía, el concepto es muy antiguo y no por ello poco importante. La procrastinación no es otra cosa que postergar asuntos importantes y en su lugar realizar otras tareas que no lo son tanto. Algunos psicólogos lo entienden como una enfermedad, lo asocian a la baja autoestima o a la depresión... a fin de cuentas lo entienden como una anomalía del comportamiento. Argumentan que el hecho de procrastinar o postergar lo importante es debido a la ansiedad que produce esa tarea en concreto, bien sea porque requiere cierta valentía de la que carecemos, porque produzca tedio o aburrimiento, porque nos obliga a tomar una decisión, etc. También aluden al exceso de perfeccionamiento o miedo al fracaso como factores influyentes. No seré yo quien contra-argumente, pero sí quisiera decir que como gran "procrastinadora" que he sido en el pasado, lo achaco a una total y absoluta falta de disciplina (muy común entre los que nos consideramos creativos y "diferentes"). Sólo hay que observar las colas interminables que se forman a la hora de entregar cualquier documento oficial, para darse cuenta de que es un mal bastante común y sinceramente, por muy difícil y dura que sea esta vida, me cuesta creer que todos andemos "deprimidos" o tengamos una ausencia total de autoestima. Me inclino más a pensar que, en general, (sálvese quién pueda) educamos bastante mal a nuestros hijos: somos excesivamente permisivos y nos hemos convertido en "hedonistas" refinados que solo movemos un dedo si de antemano sabemos que aquello nos va a producir placer. ¡Que conste que no tengo nada en contra del placer! En absoluto! Me parece un gran premio... y precisamente por eso, cuando deja de convertirse en premio y se convierte en "modus vivendi" pierde gran parte de su encanto. Permitidme pues, como gran hedonista que pretendo seguir siendo, romper una lanza por esa disciplina férrea que convierte al placer en lo que realmente es: "un paraíso al final del infierno"

4 comentarios:

  1. Vaya... acabo de ponerle significado a esa palabreja que había oído en multitud de ocasiones pero aun no terminaba de ponerle apellido.
    Procrastinación!! Pues ya te confirmo que debe ser un mal común porque yo también la sufro, siempre acabo aplazando temas importantísimos y me diluyo en el camino con otros secundarios.

    Y digo yo... ¿tiene nombre otra cosa que me sucede que es tener muchos frentes abiertos e ir saltándo de unos a otros sin finalizar ninguno? Es que me ha pasado desde siempre y me genera una sensación de improductividad que no te imaginas.
    Gracias por el coaching gratuito.

    ResponderEliminar
  2. No se si tiene nombre, pero si te consuela, tambien es bastante comun. En mi caso siempre lo he achacado al "romanticismo" (no me gusta que nada acabe). Aunque bien es cierto que cuando uno termina algo suele producir cierto placer, por otro lado deja una sensacion de vacio... en fin buscando excusas, soy unica! jajaja

    Siento lo de los acentos, pero no me funcionan!

    Besos

    ResponderEliminar
  3. Andaaaaa, cuánto tiempo sin leer este blog.
    A ver si no tardas tanto en escribir, que aquí somos pocos, pero buenos ;-)

    "Postergar asuntos importantes y en su lugar realizar otras tareas que no lo son tanto."
    Eso me suena ;-)
    Y puede que sea más un defecto que una virtud pero.... ¿no habéis pensado que el hacer siempre cosas "importantes" también cansa?
    ¿no será que últimamente (y más con el frenético ritmo al que nos empuja la sociedad) etiquetamos demasiadas cosas como "importantes"?

    Exceptuando casos claros de urgencias (médicas y alguna otra más) siempre he pensado que las cosas no son urgentes en sí mismas, sino que lo son porque nos "creemos" que son urgentes.

    Si supieramos restarle tanta importancia y trascendencia a las cosas, entonces nos daríamos cuenta que no hay tantas cosas importantes como realmente pensábamos y, automáticamente, no las dejaríamos de hacer por otras cosas, porque ya no nos cansarían tanto.

    Igual le estoy dando demasiadas vueltas al asunto pero, es así como lo veo.

    Un abrazo de tu fiel seguidor ;-)

    ResponderEliminar
  4. UY! primero pedirte disculpas porque se me había "traspapelado" tu comentario entre miles de mails y no he podido moderarlo hasta ahora que lo he visto.

    Tienes razón en que a veces le damos prioridad a cosas que quizá no sean tan prioritarias y de vez en cuando sí que apetece mandarlo todo a "hacer puñetas"... el problema viene cuando la excepción se convierte en regla y dejamos de hacer las cosas importantes por costumbre.. en ese caso la procrastinación se convierte en nuestro fantasma y nos "sabotea"

    Gracias por tus comentarios, sin duda eres mi fiel seguidor!!!

    Feliz Navidad!!!

    ResponderEliminar