domingo, 30 de agosto de 2009

Anclajes

A mis amigos los psicólogos no les gusta esta palabra " grrr que palabra mas fea dicen: anclajes..." Es un término muy utilizado en PNL pero a fin de cuentas el nombre es lo de menos, lo verdaderamente importante es su utilidad.

Resumiendo mucho, diré que un anclaje es algo a lo que nos aferramos para ayudarnos a tener la fuerza de conseguir lo que deseamos. (otro día lo explicaré con más detalle, ya que tiene muchos matices)

Uno de mis anclajes es una frase que para mí es vital: "UNO NO FRACASA HASTA QUE ABANDONA" y a ella le debo haber podido terminar mi novela en un tiempo récord. Sí!!!! ya la he terminado!!! Qué sensación!!! Esta frase que a algunos puede resultar indiferente, a mí me da el impuslo o la motivación suficiente para "ponerme las pilas" cuando empiezo a flaquear, y desde luego ésto se lo debo al coaching. Es curioso como los humanos cuando encontramos obstáculos, reaccionamos en muchos casos, de la forma más fácil: ABANDONANDO, y este hecho, que puede parecer inofensivo, se puede convertir en un terrible lastre para futuros retos y lo que es peor aún, se convierte en un sistema de medición de nuestras capacidades, ofreciendo un resultado tan desastroso que mengua nuestra autoestima de forma considerable. Al abandonar, tenemos la sensación de fracaso y es cuando aparece el tan nombrado: "No puedo" Cada día cuando voy a dar un paseo por la playa, me encuentro a un chico que no tiene brazos y tampoco piernas de rodilla para abajo. La primera vez que le ví, me impresionó y no pude evitar pensar como haría para llegar hasta allí, y como haría para comer, beber, etc. Me impactó aún más que siempre me sonreía al pasar por su lado. Un día le vi sentado en una terraza tomando un café... sí! tomando un café!!! cogía el vaso de plástico con su boca y bebía poco a poco, como hacemos todos. Evidentemente llevaba años haciéndolo por lo que, lo hacía con cierta habilidad. Queda patente que jamás lo habría conseguido si hubiera abandonado, y sobre todo que tenía un objetivo claro que sabía que podía cumplir. Cuantos intentos le habrá costado? quien sabe? miles, posiblemente. Los que tenemos la suerte de tener salud y todos nuestros miembros no somos conscientes de lo fácil que tenemos todo para conseguir nuestros retos, y sin embargo abandonamos una y otra vez en el momento en que encontramos cualquier traba que nos suponga un esfuerzo extra. No se si mi novela tendrá éxito o no, ni siquiera si llegaré a publicarla como quisiera... lo que sí se es que solo y exclusivamente DEPENDE DE MÍ. Antes del coaching lo habría visto como una fantasía, como un sueño irrealizable, y habría escuchado a mi "saboteador" diciéndome: "eso es muy difícil" "si no tienes un padrino, jamás lo conseguirás" "hay miles de escritores noveles que jamás publican" etc. pero el primer paso está dado, ahora solo me queda seguir dando pasos y llegar a mi meta... tardaré un año, dos o treinta??? no lo sé, lo que sí se es que si quiero averiguarlo, solo me queda seguir intentándolo. Estos veinte días que he dedicado en cuerpo y alma a la escritura, apenas he comido, ni dormido. Las camas estaban sin hacer y los platos sin fregar... mi casa parecía más un apartamento de estudiantes que la casa de una mujer adulta y organizada. Cuando algún amigo de mi hijo ha venido a casa, supongo que habrá pensado que ésta era un caos, y no le faltaba razón, si mi madre hubiese entrado por la puerta, habría salido corriendo al ver el desastre que en ella había... jamás habría comprendido que me dedicara a escribir teniendo la casa en ese estado. Pero... de quien era el objetivo? de ellos o mío? Si me hubiese dejado arrastrar por sus opiniones, sin duda hoy no estaría contando que HE TERMINADO MI NOVELA. Pero, no es fácil dejar de lado las opiniones de los demás, queramos o no, influyen en nuestras vidas, no obstante, yo os sugiero que cuando queráis verdaderamente conseguir algo penséis en lo que vosotros deseais y no en lo que desean los demás. Aún así, como persona optimista que soy, he conseguido sacar una lectura muy positiva de mi caos y os lo detallo: 1. Tengo una novela terminada que jamás pensé que acabaría este año. 2. Mi hijo ha aprendido a hacerse su comida, sin necesidad de tenerme al lado. 3. Mi hija, que nunca pensé que pudiera valerse por ella misma, me ha dado una lección de autonomía e independencia. 4. La paella que se van a comer hoy, con la casa ya limpia y ordenada, les va a saber a gloria, por lo tanto la valorarán mucho más que cualquier otro domingo. 5. Último punto y no por ello menos importante: YO ME SIENTO GENIAL! ¿Se puede pedir más?

miércoles, 26 de agosto de 2009

Ausencia

He recibido llamadas de amigos preocupándose por mi ausencia... antes de nada, Gracias a todos!!! Pero me hallo en plena fase de inspiración, rodeada de musas, que me llevan a pasar todo el día trabajando en mi novela... está ya calentita, si no me abandonan, pronto estará terminada.
Prometo volver en el momento en me quede alguna neurona libre.
Un beso a todos
Rafi

lunes, 10 de agosto de 2009

La zona de Comodidad...

¿Está cómodo el perro? ¿Cuál de ellos? o... ¿lo están los dos?
Pues así a simple vista, una mayoría diríamos que el que está realmente cómodo es el que está sobre el mullido lomo... pero... ¿y el que está abajo?
Imaginad que de repente, aparece un gato... ¿qué esfuerzo tendrían que hacer uno y otro? Parece casi evidente que quien lo tiene más difícil es el que está tumbado. Pensemos en la cantidad de "impulsos eléctricos" que su cerebro debe enviar para que este adorable boxer ponga en funcionamiento "la voluntad" necesaria para levantarse e irse a correr detrás del gato. Seguramente al de arriba, le será mucho más fácil, no necesitará de tantos mecanismos para salir corriendo.
Entonces... vuelvo a preguntar... ¿cuál de los dos está más cómodo? Esto podría suscitar un larguísimo debate, pero para ir acotando terreno, os contaré lo que en Coaching llamamos "Zona de Comodidad"
Esta zona, que a priori por el nombre puede parecer algo apacible, incluso deseable, no lo es tanto cuando nos damos cuenta de que nos está limitando a hacer aquello que realmente nos gustaría. Si volvemos a los perros, imaginemos que el que está siendo "presionado" realmente le gustaría no estarlo, por lo que no está cómodo, sin embargo, el esfuerzo que supone tener que moverse, arrastrando el peso del otro, etc. etc. le resulta más incómodo aún. Su cerebro pone ambas opciones en la balanza: "comodidad presión" = 4 esfuerzos "comodidad libre" = 6 esfuerzos
Muchos de nosotros eligiría la primera opción, pero sería una elección basada en unos criterios que se limitan al esfuerzo (corto plazo), obviando lo placentero de los resultados (largo plazo).
Hay muchos motivos que nos hacen permanecer en esa zona de comodidad tan "incómoda", y sólo cuando encontramos la motivación suficiente nos empezamos a plantear si realmente no estamos tan cómodos como pensábamos.
A más de un lector le habrá ocurrido alguno de los siguientes supuestos:
1. Debería hacer una llamada importante para mí... pero me da tanta vergüenza llamar.... ufff!
2. Debería poner fin a mi relación... pero ¿cómo se lo cuento a mis padres?
3. Debería hablar con mi jefe y pedirle un aumento... pero me da pánico solo pensarlo
4. Debería recordarle a mi amigo que me debe dinero... pero ¿como se lo digo?
¿Suena incómodo? Lo es, sin duda, pero es más incómodo aún tener el fantasma del "debería" rondando nuestra cabeza para el resto de nuestras vidas. Si hay algo que produce angustia, ansiedad y malestar es saber que no estamos haciendo aquello que quisiéramos hacer, porque salvo que ese deseo cambie, que lamento decir, es poco común, será un pensamiento recurrente que tendremos ahí siempre.
Y si hay algo que produce verdadero placer, es haber conseguido algo que pensábamos era imposible. Aparte de esa sensación de liberación... ¿habeis andado un largo camino alguna vez con unos zapatos "torturadores"? pensad en como os sentisteis cuando por fin pudisteis desprenderos de ellos.
A pesar de que pueda parecer que los seres humanos somos "raros" este comportamiento tiene una explicación, y es que salir fuera de la zona de comodidad, es salir a un mundo desconocido, y no hay nada que produzca más inseguridad que no conocer ni controlar el "terreno". Por lo tanto, preferimos lo "malo conocido" que lo "bueno por conocer".
Sin embargo, las bases de la evolución, el aprendizaje o cualquier transformación se cimentan en la experimentación, en salir a esa zona desconocida y atreverse a dar un primer paso... después de éste vienen muchos y cada vez son más fáciles de realizar.
Para terminar, os dejo una sugerencia: Cada vez que os pilléis "in fraganti" pensando un "debería" preguntaros si lo llevariais a cabo, si tuvierais ausencia total de miedo y la seguridad de que el resultado fuera el deseado. Si vuestra respuesta es Sí, imaginaros en esa nueva situación, y luego ponedlo en una balanza, pero recordad: No tenéis miedo!

viernes, 7 de agosto de 2009

Las creencias limitantes... ¿qué son?

En respuesta al comentario de un fiel seguidor, hoy quisiera explicar qué son las creencias limitantes y como nos afectan en nuestra vida diaria.
Antes de empezar citaré una frase que nos ayudará a entender:
"No os creáis nada. No importa donde lo leáis o quién lo haya dicho, aunque lo haya dicho yo, a menos que concuerde con vuestra propia razón y vuestro sentido común"
Buda
Los de mi "quinta" seguramente recordaréis aquella época en la que el aceite de oliva "producía" colesterol... bien, pues esa creencia genérica que llegó a mi padre como "palabra santa" me privó de tomar nuestro exquisito y beneficioso aceite de oliva durante algunos años (menos mal, que al tiempo salió otra creencia que decía lo contrario)
Una creencia es algo que tenemos por cierto, algo que por algún motivo aceptamos como verdad.
Desde que nacemos escuchamos las creencias de otros, de nuestros padres, amigos, la sociedad etc. y éstas influyen más o menos sobre nosotros dependiendo de muchos factores. Si nos paramos a pensar, seguramente a más de un lector le habrá ocurrido tener una creencia firmemente arraigada por influencia directa de sus padres, y según hemos evolucionado, al racionalizarla o a través de nuestras propias experiencias, la hemos descartado, otros sin embargo, las siguen manteniendo a pesar de haberla racionalizado.
Las creencias pueden ser positivas o negativas: "Creo que puedo conseguir aprobar un examen" (Creencia Potenciadora) o "Creo que no soy capaz de hablar en público" (Creencia Limitante)
Con frecuencia, de nuestras experiencias nacen nuestras creencias, pero curiosamente a la vez, nuestras creencias influyen sobre nuestras experiencias, por lo que paseamos por un bucle que no nos deja avanzar, sino que nos lleva y nos trae al mismo sitio:
"He tenido una mala experiencia con mi última pareja" Creencia limitante: Los hombres hacen daño (de esta experiencia ha nacido una creencia) "Como los hombres son malos, no me voy a fiar ni un pelo de mi próxima relación" (Esta creencia dirige mi próxima experiencia)
Robert Dilts, uno de los "grandes" de la PNL (Programación Neuro-Lingüística) lo define como Juicios y Evaluaciones que hacemos sobre: nosotros mismos, los demás y sobre el mundo que nos rodea.
Muchos hemos oído y utilizamos con bastante frecuencia el: "Si no lo veo, no lo creo" pues cuando se trata de una creencia limitante esta frase se convierte en "SI NO LO CREO, NO LO VEO"
Para avanzar, para conseguir nuestros sueños y nuestras metas, debemos creer que es posible, y en muchas ocasiones nuestras creencias limitantes no nos permiten verlo.
¿Por qué alguien que ha racionalizado una creencia limitante de su infancia, sigue manteniéndola?
La respuesta es muy sencilla y a la vez muy compleja: Necesitamos tener razón. Hemos invertido mucho en nuestras creencias, el apego es algo muy poderoso, forma parte de nosotros y nos lleva acompañando desde siempre... Hay gente que muere y mata por tener razón. ¿Sabéis lo difícil que es reconocer que llevo tantos años creyendo en algo que no tiene sentido? Ante eso, lo que hacemos es defenderlo "a muerte" aunque para hacerlo utilicemos los argumentos más rebuscados. Lamentablemente, al hacerlo, no nos damos cuenta de que contrario a lo deseado, nos limitamos cada vez más y nuestro campo de acción disminuye segundo a segundo.
Es cierto, hay que ser muy valiente para reconocer un error, pero os lanzo una pregunta:
¿Prefieres ser feliz o tener razón?

lunes, 3 de agosto de 2009

Lo siento, no puedo!

Estamos en plena temporada estival, lo que para muchos significa vacaciones y por lo tanto, relax y ocio. No tener prisa, no tener que estar pendiente del reloj, alejarse de ese estado frenético que a veces nos "impone" nuestra vida profesional, es algo que se ansía durante gran parte del año. Sin embargo, cuando observamos desde fuera a los veraneantes, vemos que en muchos casos, ese "ritmo loco" del trabajo diario ahora se convierte en "ritmo loco" por conseguir la primera hamaca de la playa, por llegar antes que nadie para coger el mejor aparcamiento, etc. etc.
Me llama mucho la atención que eso que deberían ser unas vacaciones relajantes que permitan hacer realmente lo que uno desea, a la hora que lo desea y con quien lo desea, se convierta en un estrés similar al que algunos tienen durante el resto del año (lo único que parece cambiar es el escenario)
Llamadme exagerada, si lo deseais, pero lo vivo a diario entre mis vecinos de hamacas, aún así, lo que más me llama la atención es las veces que les oigo decir "lo siento, no puedo" (más abajo explicaré por qué me causa sorpresa, antes os pondré en situación)
"El matrimonio ha llegado por fin a la playa, el marido se acaba de encontrar con su amigo de la infancia al que le ha gustado ver... le apetece charlar con él sobre sus momentos de juventud... etc. etc. y cuando éste le dice: "¡vente a tomar una caña !" éste contesta: "lo siento, no puedo, mi mujer está sola"
Analicemos esto: ¿Qué podría significar "mi mujer está sola? Mi mujer no quiere estar sola en la playa? Mi mujer no quiere que me vaya solo al chiringuito? Mi mujer quiere que esté tumbado en la hamaca para que esté pendiente de los niños? etc... podría significar muchas cosas, pero lo que vemos con esto, es que ella, en este caso (que podría ser al revés) es la que está eligiendo lo que él puede o no puede hacer. Démosle una vuelta de tuerca... podría ser que él "supone" que eso es lo que ella desea, y por lo tanto da por hecho que así debe ser. En cualquier caso, y suponiendo que él sí desea irse a tomar esa caña, al utilizar el "no puedo" está respetando totalmente lo que ella "quiere" sin embargo no está respetando sus propios deseos.
Efectivamente, como estáis pensando, él podría estar priorizando. Quizá ha valorado las consecuencias, si se va a tomar esa caña y prefiere no hacerlo ya que el placer que le va a producir ese ratito de charla no es comparable con el "malestar" que pudiera producirle un enfado de su mujer, o su sentimiento de culpabilidad. En cualquier caso ha tomado una elección libre, sin embargo ha utilizado el "no puedo" en lugar del "no quiero".
Cuando uno elige, elige lo que quiere, no lo que puede, eso no sería una elección sino una imposición.
Esto mismo nos ocurre a diario, incluso antes de tener en cuenta las posibles opciones, utilizamos el "no puedo" para, de alguna forma, justificarnos a nosotros mismos que no hacemos aquello que deseamos porque "un señor grande y feo nos está amenazando con una faca".
No es fácil comprometerse con uno mismo, lamentablemente estamos acostumbrados a no respetarnos, pero como en el fondo nos parece mal, utilizamos el "no puedo" para hacer parecer la falta mas leve.
Dicen los sabios que para amar, antes hay que amarse a uno mismo y creo que una mayoría estamos de acuerdo con esto... pero... ¿no creeis que el respeto es parte fundamental del amor?
Algún lector estará pensando que esto que aquí escribo se traduciría en egoísmo, y no le culpo, nos han enseñado desde pequeños a no respetarnos, no es fácil borrarlo de repente, aunque la satisfacción que produce quitarse de encima una creencia así, no tiene precio.
Para terminar, solo os animo a que cada vez que estéis a punto de decir "no puedo" preguntaros si realmente "queréis" y si es así elegid libremente, pero no os engañéis. Se vive mucho más feliz fuera del engaño.