lunes, 10 de agosto de 2009

La zona de Comodidad...

¿Está cómodo el perro? ¿Cuál de ellos? o... ¿lo están los dos?
Pues así a simple vista, una mayoría diríamos que el que está realmente cómodo es el que está sobre el mullido lomo... pero... ¿y el que está abajo?
Imaginad que de repente, aparece un gato... ¿qué esfuerzo tendrían que hacer uno y otro? Parece casi evidente que quien lo tiene más difícil es el que está tumbado. Pensemos en la cantidad de "impulsos eléctricos" que su cerebro debe enviar para que este adorable boxer ponga en funcionamiento "la voluntad" necesaria para levantarse e irse a correr detrás del gato. Seguramente al de arriba, le será mucho más fácil, no necesitará de tantos mecanismos para salir corriendo.
Entonces... vuelvo a preguntar... ¿cuál de los dos está más cómodo? Esto podría suscitar un larguísimo debate, pero para ir acotando terreno, os contaré lo que en Coaching llamamos "Zona de Comodidad"
Esta zona, que a priori por el nombre puede parecer algo apacible, incluso deseable, no lo es tanto cuando nos damos cuenta de que nos está limitando a hacer aquello que realmente nos gustaría. Si volvemos a los perros, imaginemos que el que está siendo "presionado" realmente le gustaría no estarlo, por lo que no está cómodo, sin embargo, el esfuerzo que supone tener que moverse, arrastrando el peso del otro, etc. etc. le resulta más incómodo aún. Su cerebro pone ambas opciones en la balanza: "comodidad presión" = 4 esfuerzos "comodidad libre" = 6 esfuerzos
Muchos de nosotros eligiría la primera opción, pero sería una elección basada en unos criterios que se limitan al esfuerzo (corto plazo), obviando lo placentero de los resultados (largo plazo).
Hay muchos motivos que nos hacen permanecer en esa zona de comodidad tan "incómoda", y sólo cuando encontramos la motivación suficiente nos empezamos a plantear si realmente no estamos tan cómodos como pensábamos.
A más de un lector le habrá ocurrido alguno de los siguientes supuestos:
1. Debería hacer una llamada importante para mí... pero me da tanta vergüenza llamar.... ufff!
2. Debería poner fin a mi relación... pero ¿cómo se lo cuento a mis padres?
3. Debería hablar con mi jefe y pedirle un aumento... pero me da pánico solo pensarlo
4. Debería recordarle a mi amigo que me debe dinero... pero ¿como se lo digo?
¿Suena incómodo? Lo es, sin duda, pero es más incómodo aún tener el fantasma del "debería" rondando nuestra cabeza para el resto de nuestras vidas. Si hay algo que produce angustia, ansiedad y malestar es saber que no estamos haciendo aquello que quisiéramos hacer, porque salvo que ese deseo cambie, que lamento decir, es poco común, será un pensamiento recurrente que tendremos ahí siempre.
Y si hay algo que produce verdadero placer, es haber conseguido algo que pensábamos era imposible. Aparte de esa sensación de liberación... ¿habeis andado un largo camino alguna vez con unos zapatos "torturadores"? pensad en como os sentisteis cuando por fin pudisteis desprenderos de ellos.
A pesar de que pueda parecer que los seres humanos somos "raros" este comportamiento tiene una explicación, y es que salir fuera de la zona de comodidad, es salir a un mundo desconocido, y no hay nada que produzca más inseguridad que no conocer ni controlar el "terreno". Por lo tanto, preferimos lo "malo conocido" que lo "bueno por conocer".
Sin embargo, las bases de la evolución, el aprendizaje o cualquier transformación se cimentan en la experimentación, en salir a esa zona desconocida y atreverse a dar un primer paso... después de éste vienen muchos y cada vez son más fáciles de realizar.
Para terminar, os dejo una sugerencia: Cada vez que os pilléis "in fraganti" pensando un "debería" preguntaros si lo llevariais a cabo, si tuvierais ausencia total de miedo y la seguridad de que el resultado fuera el deseado. Si vuestra respuesta es Sí, imaginaros en esa nueva situación, y luego ponedlo en una balanza, pero recordad: No tenéis miedo!

6 comentarios:

  1. Desgraciadamente, esa frase de "más vale malo conocido que bueno por conocer" es una de las frases más nefastas que se pueden escuchar, ya que implica varias cosas: miedo al cambio, temor al riesgo, inseguridad en lo que pueda venir y en general, un conformismo y comodidad como bien decías.
    Siempre prefiero arriesgarme a encontrar algo bueno que no conformarme con lo malo que tengo por el simple hecho de "ser conocido".
    Por muchas cosas que tenga conocidas, ya sean buenas o malas, siempre me interesa conocer cosas nuevas, sin temer que esas cosas nuevas sean malas. Si son buenas, eso que he ganado gracias a atreverme y si son malas, tendré que sacarle el lado bueno y aprender de la experiencia.
    Saludos, Juan.

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  2. Efectivamente Juan, estoy totalmente de acuerdo contigo en que esa frase es nefasta. Es la excusa perfecta para no esforzarnos ni atrevernos a nada. Y lamentablemente es muy muy común. Cuando a veces escuchamos hablar de "riesgo controlado" hay quien se pregunta ¿pero como se puede controlar el riesgo? "¡Si no se lo que va a ocurrir!" Y a veces ocurre que damos el paso y encontramos algo distinto a lo que esperábamos... pero hay una frase que me gusta mucho que dice: "el fracaso no existe, se trata de falta de intentos". Uno no fracasa hasta que decide abandonar, mientras tanto va acercándose al acierto. O por el contrario ni siquiera se atreve a emprender algo, porque su autocreencia es de ser ya un "fracasado".

    Gracias, Juan

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  3. Querida amiga,
    Con tus palabras me has sacado de mi zona de comodidad, y me has hecho registrarme para felicitarte, fué un placer formar contigo parte de la 10ª, y es un placer leerte.
    Un beso y mucho ánimo, a seguir así.
    Tu padrino

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  4. Ayyy!!! ese padrino!!!!
    Gracias precioso por leerme y dejarme esas palabras de ánimo.
    Ya verás, Manu, la 10ª dará mucho que hablar!!!
    Un besazo... y nos vemos en Septbre!!!

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  5. Hola!!!

    A partir de hoy ya tienes un nuevo seguidor...

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  6. Hola Sergio!!!

    Gracias por participar. Estamos en contacto.

    Un beso

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